César Alierta quería ganar tiempo, pero el «capitalismo relacional» caracteristico de Italia le ha jugado una mala pasada. Los tres bancos con los que Telefónica está asociada en el consorcio Telco, que tiene el control real de Telecom Italia (22,4% de las acciones, y el 80% del consejo) quieren largarse cuanto antes. Alierta – recordemos que su escuela ha sido la bolsa – ha inventado una fórmula para ampliar ahora su participación en Telco, con la posibilidad de llegar al 100% en el futuro, sin incumplir su promesa de congelar la deuda propia. El artefacto podría derrumbarse, porque a la crisis intestina de Intesa Sanpaolo, uno de los bancos de Telco, se ha sumado la del tambaleante gobierno Letta. La peor conjunción posible, que conduce a la dimisión del CEO, Franco Bernabé, en su día colocado por Telefónica.
En 2007, cuando se urdió la entrada de Telefónica en Telecom Italia, no se daban las condiciones para una fusión entre ambas operadoras. Digo las condiciones políticas, porque las económicas tal vez hubieran colado. Hoy se da el caso opuesto: la clase política italiana estaría dispuesta a sacrificar ese resto de soberanía tricolor, pero Telefónica no tiene margen para asumir la deuda de la compañía italiana [28.000 millones de euros] que, acumulada a la suya, derrumbaría su rating. Por lo que, incluso en esa hipótesis, no habría más salida que enajenar activos, cuanto más valiosos mejor, para achicar Telecom Italia, que en estos seis años ha perdido 30.000 millones de euros en capitalización bursátil.
No parece que la Comisión Europea fuera a oponerse, si llegara a plantearse una fusión. Por una vez, el problema no está en Bruselas, y el enredo tiene otra dimensión, latinoamericana, o concretamente brasileña. En 2007, más que poner un pie en Italia, lo que Telefónica pretendía era el tener derecho a vetar que un adversario – que no era otro que el mexicano Carlos Slim – pudiera presentar una oferta por TIM, la joya de los activos de Telecom Italia. Ante el bloqueo virtual, Slim optó por invertir masivamente en Brasil hasta hacer de su empresa, Claro, la tercera del mercado. El gobierno brasileño ya ha dicho que no toleraría una fusión de TIM con Claro, que sumarían un 60% del mercado.
Se ha dado un curioso giro: en 2013 todos dicen preferir que Telecom Italia venda sus filiales en Argentina y Brasil, para reducir su deuda. Como no habría más alternativa que ampliar capital, ni los bancos ni Telefónica están por la labor. Por esto, empieza a hablarse seriamente de poner en venta total o parcialmente TIM (73 millones de clientes, contra 77 millones de Vivo, la filial de Telefónica). La pregunta es ¿a quién?
El regulador brasileño no admitiría bajar de cuatro a tres el número de competidores, por lo tanto el comprador tendría que ser nuevo en el mercado. Una posibilidad sería aparcar TIM en un fondo de inversión, una solución provisional. Vuelve a hablarse de AT&T, aunque sus vínculos con Slim podrían ser motivo de objeciones, y por primera vez aparece en las quinielas el nombre de Vodafone. Por dos razones: 1) tras la venta de su participación en Verizon Wireless, está sobrada de dinero, y 2) el grupo ´británico` ha estado extrañamente ausente de América Latina, lo que ha facilitado que Telefónica se hiciera fuerte en la región. Si ahora la compañía española pudiera decidir, ¿con qué adversario preferiría enfrentarse en Brasil?